domingo, 13 de junio de 2010

Damas efervescentes

En esta edición dedicada a la mujer, es más que justo destacar la faena de dos de ellas en el mundo de la vinicultura: Madame Clicquot y Tante Lily. Dos nombres que hoy son leyenda y que dejaron como legado dos de las más prestigiosas champañas del planeta.

Para comenzar con la primera, les dejo este extracto de una carta que Louis Beaune -el importador de Viuda de Clicquot en Rusia- le escribió a Madame Clicquot desde San Petesburgo, en 1814:

"Vuestro vino es un néctar, tiene la fuerza del vino de Hungría, es amarillo como el oro y el rosé es perfecto, faltó muy poco para que se disputaran las tres cajas. Es fácil imaginar las dificultades para hacer llegar a buen puerto estas preciosas botellas. Los clientes en Rusia prefieren esperar vuestro barco con antelación que comprar otros champagnes".

Pero esta historia se remonta a 1799, cuando Nicole Barbe Ponsardin se casó con Francois Clicquot, quien murió al poco tiempo. La emprendedora viuda, con tan solo 27 años, se encargó de la bodega de su marido y de su producción, hecho inusual para una mujer en su época. Su éxito llegó a tal punto que fue conocida como la 'Gran dama de la champaña' y su bodega Veuve Clicquot Ponsardin, hoy es una de las más antiguas, tradicionales y famosas casas productoras de la región.

Pero a la famosa viuda no solo le debemos su extraordinaria bebida, sino que también el haber aportado a la elaboración del champagne la técnica del pupitre de remuage o 'removido'.

Una operación que consiste en arrastrar progresivamente los posos (sedimentos de levaduras) hasta el tapón del corcho. Para conseguirlo se hace un giro calculado, normalmente un octavo de vuelta, acompañado de una pequeña sacudida.

Madame Clicquot murió casi nonagenaria con una salud de roble y con la lozanía de sus burbujas.

Pero si hablamos de damas célebres de las burbujas no podemos olvidar a Lily Bollinger, también conocida como Tante Lily, quien aparece durante la Segunda Guerra Mundial. Ella, con su esposo muerto en combate y sin descendencia, se convirtió a los 42 años en el alma de la expansión de la compañía Bollinger y de toda la circunscripción vinícola de Champagne. Esta mujer se hizo cargo de la empresa, viajó por todo el mundo y en tres décadas consiguió multiplicar por dos el volumen de ventas de su marca y situarla entre las grandes champañas del mundo, tanto así que es el vino favorito del agente 007.

A Tante Lily le debemos la mejor síntesis de la champaña, pues cuando se le preguntó cuándo la toma, ella respondió: "Solo tomo champaña cuando estoy feliz o cuando estoy triste. A veces tomo cuando estoy sola. Cuando me visitan lo considero obligatorio. Juego con la copa si no tengo hambre y si tengo, me la tomo. En las demás ocasiones nunca la pruebo a menos que tenga sed".

La viuda Bollinger murió a sus 78 años sin mayores complicaciones de salud y conservada por hectolitros de su festivo vino.

Por José Rafael Arango

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